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Errepar31/03/2023
Fausto Spotorno analiza el año en materia económica que tendrá la República Argentina
El 2023 no va a ser un buen año para la economía Argentina. Por un lado esperamos una baja de la actividad económica de al menos 2% para este año 2023, dado que el sector agropecuario ha mostrado una fuerte contracción debido a la sequía y el resto de los sectores va a estar afectado por la escasez de divisas y la falta de insumos importados.
Por otra parte la inflación seguramente estará por encima del 100%. Hoy estamos viendo que la inflación de febrero va a terminar en torno a 6% mensual nuevamente y no vemos motivos para que haya una desaceleración en el mediano plazo.
En estas condiciones es probable que una caída del PIB y una inflación alta tengan un impacto negativo en el empleo en Argentina. Cuando la economía se contrae y la inflación se acelera, las empresas pueden tener dificultades para mantener sus niveles de producción y empleo. En respuesta, pueden reducir su plantilla, reducir las horas de trabajo o congelar las contrataciones.
Además, una inflación alta también puede afectar el poder adquisitivo de los trabajadores y el valor real de sus salarios. Si los precios suben más rápido que los salarios, el costo de vida aumenta y los trabajadores pueden verse obligados a gastar más en bienes y servicios básicos.
Esto puede generar una reducción en la demanda de productos y servicios, lo que a su vez puede llevar a las empresas a reducir su producción y empleo. Lo único que compensaría este efecto en la necesidad de los trabajadores y de la sociedad de ir deshaciéndose de los pesos que tienen poco valor, sin embargo, esto llevaría a más inflación.
Este escenario se vuelve más complejo por la falta de divisas. Claramente, uno de los aspectos más relevantes de la coyuntura actual es el relativo a las reservas internacionales. Tanto la compra neta de dólares por parte del BCRA como la liquidación del sector agropecuario han caído a mínimos históricos, imposibilitando el cumplimiento del acuerdo con el FMI.
En ese contexto, el gobierno negocia una flexibilización de la meta de reservas, para intentar mantener el flujo de divisas que se destinarán a la compra de insumos. Porque forzar esta meta en las condiciones actuales podría implicar mayor restricción de insumos.
De acuerdo a la meta pactada con el FMI, las reservas internacionales netas deberían alcanzar aproximadamente los US$ 7.800 M hacia fines marzo para cumplir con la meta del 1T. Pero, de acuerdo a nuestras estimaciones, las mismas rondan los US$ 3.200 M.
De esta manera y teniendo en cuenta los ajustadores, las reservas deberían aumentar al menos en US$ 3.500 M, un valor muy difícil de conseguir en el contexto actual de pérdida de reservas.
El BCRA atraviesa un comienzo de año muy negativo en sus incursiones en el mercado de cambios. En concreto, finalizó el mes de febrero con un saldo negativo por US$ 890 M, superando ampliamente el resultado de enero (US$ 190 M).
De esta manera y teniendo en cuenta que solo se poseen datos a partir de 2003, el resultado fue el peor febrero de las últimas dos décadas. Incluso, el resultado acumulado del primer bimestre del año (saldo negativo de casi US$ 1.100 M) también es el peor inicio de año desde el 2003.
Estos malos resultados se explican porque, debido a la sequía y el adelantamiento de liquidaciones vía dólar soja, la liquidación de divisas por parte del agro ha caído a niveles mínimos y, al igual que como sucedía con la compra de divisas por parte del BCRA, tanto el resultado del segundo mes del año como el acumulado de enero y febrero son los peores desde que hay registros (año 2003).
Por otro lado, hay que tener en cuenta que este mes el Gobierno le tiene que pagar al FMI dos vencimientos que suman cerca de US$ 2.700 M. Para ello cuenta con que el staff del organismo apruebe la revisión de las metas 4T de 2022 (las cuales fueron logradas) y autorice el desembolso de los US$ 5.400 M. De esta forma, se obtendría un “financiamiento neto” de casi US$ 2.700 M que incrementaría las reservas.
Junto con dichas negociaciones para la revisión de las metas del 4T 2022, se llegó a un acuerdo para flexibilizar las metas de reservas del 1T 2023. Si bien no se han difundido números oficiales, según la prensa la meta se podría reducir en más de US$ 2.000 M y llegar hasta los US$ 5.800 M.
Además, una posibilidad que surgió en la negociación es la de establecer un ajustador automático para recalibrar metas de acuerdo al desempeño de las exportaciones. De esta manera el gobierno busca que el FMI tenga en cuenta la menor entrada de divisas.
Aún si el FMI aprueba una meta menor de reservas, lo cierto es que van a faltar divisas para mantener el nivel de importación de insumos que se necesita. Como en estas condiciones una devaluación no generaría más dólares porque no hay mucho producto para exportar, el gobierno apuesta a tipos de cambios diferenciales para sectores específicos, solo para algunos casos. Porque de hacer una devaluación generalizada podría hacer saltar la inflación aún más.
No obstante, el hecho de que no haya una fuerte suba del dólar no implica que el faltante de insumos no genere una presión adicional sobre la inflación, sobre todo teniendo en cuenta que el gobierno enfrenta fuertes necesidades de financiamiento este año que en parte serán cubiertas con emisión monetaria. Por eso, volviendo al inicio, es prácticamente imposible que se pueda revertir este escenario de recesión e inflación para el 2023.