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Erreius20/03/2023
María F. Morales Torino repasa el tratamiento que desde la criminología se le ha dado al fenómeno de la delincuencia femenina
Abogada. Especialista en Ciencias Penales
Tradicionalmente, para combatir el problema del narcotráfico, el Estado ha instaurado una especie de “guerra contra las drogas” que se basa, principalmente, en la utilización del derecho penal (entendido este como la persecución pública de los hechos punibles y la tradicional respuesta punitiva que se traduce en la imposición de penas privativas de la libertad) como herramienta fundamental en todas las fases de la cadena del tráfico, desde el cultivo, almacenamiento y producción, hasta la distribución, comercialización y traslado del estupefaciente.
Este proceso ha dejado al descubierto -en lo que aquí interesa- la gran intervención que tienen las mujeres en estos delitos, quienes resultan ser, generalmente, el último eslabón en la cadena del tráfico.
En otras palabras, es habitual observar que las organizaciones narcocriminales se valen de mujeres vulnerables y fungibles (las famosas “mulas”) para trasladar la sustancia ilícita y así cumplir con la finalidad de tráfico. En general, se trata de mujeres con hijos menores de edad, algunas muy jovencitas, analfabetas, en condiciones económicas lamentables, gran parte de ellas extranjeras, que son el sostén o la principal contención de sus familias y que recurren a la delincuencia inducidas por personas que les prometen lo que para ellas representa mucho dinero, con la finalidad de llevar de un lugar a otro el estupefaciente (algunas veces en cápsulas, otras, adosadas al cuerpo). Otras mujeres también se han visto involucradas en persecuciones penales como consecuencia de haber sido parejas o familiares de varones que tenían un rol activo en dichas organizaciones.
Consecuencia de ello es el ascendente número de mujeres privadas de la libertad en los últimos años por delitos de drogas.
En ese contexto, la “perspectiva de género” es un instrumento, una pauta de interpretación que obliga a los operadores del sistema a ver “más allá” de un simple hecho con relevancia jurídico-penal y analizar “toda la película”, esto es, los móviles que llevaron a la mujer a delinquir, los entornos de violencia que la rodearon, las carencias económicas, las demandas intrafamiliares, la poca accesibilidad al mercado laboral legal, la falta de educación y la ausencia de antecedentes penales.
La problemática referida a la violencia y la discriminación que históricamente han padecido las mujeres ha llevado a que los organismos internacionales dicten numerosos instrumentos que buscan el resguardo y la tutela de sus derechos y cuya observancia es obligatoria, so pena de incurrir en responsabilidad estatal por violación a las obligaciones asumidas mediante la normativa internacional de derechos humanos. Idéntico temperamento se ha tomado en el ámbito local.
La perspectiva de género aplicada al derecho penal y, dentro de él, al narcotráfico ha inspirado la realización del presente trabajo, que tendrá por finalidad hacer un breve repaso sobre el tratamiento que desde la criminología se le ha dado al fenómeno de la delincuencia femenina, desde sus inicios hasta la actualidad; lo que nos permitirá comprender la problemática en estudio y, desde ese punto de vista, analizar si desde el Estado se brindan las respuestas pertinentes y adecuadas para resolver el conflicto penal, atendiendo tanto a los intereses de la sociedad como a los de la mujer vulnerable que delinque, procurando su reinserción social.
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