Ley de etiquetado frontal, el impacto real de la nueva ley

Erreius31/05/2023

Fernanda Santágata nos cuenta qué cambios está implementando la industria alimenticia a partir de la nueva normativa

En los últimos tiempos las góndolas de los supermercados argentinos cambiaron su aspecto visual. Sucedió que, con la implementación de la Ley 27.642, los envases de los alimentos y bebidas tienen nuevos rótulos. Los renombrados sellos octogonales de color negro con letras blancas ya generaron cambios en los hábitos de consumo y comienzan se comienzan a ver consecuencias también en la producción.

 

Esta legislación busca, como objetivo principal, mejorar la alimentación de la población. Sin embargo, hay mejores perspectivas de cara a la educación de futuras generaciones que en el presente de los adultos/as. Sin dudas, niños, niñas y adolescentes son quienes tienen mayores posibilidades de reformular sus costumbres hacia la saludabilidad.

 

Pero esta normativa no fue una iniciativa inédita de las autoridades de Argentina. De hecho, otros países de la región como Chile, México y Ecuador ya tienen sistemas similares en vigencia desde hace años. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud recomienda la implementación de este tipo de políticas públicas. 

 

A pocos meses de la regulación de la Ley de Etiquetado Frontal ¿Cuáles son los cambios concretos que ya se perciben en el consumo? ¿Qué indican los especialistas respecto a esas novedades de la industria alimenticia? ¿Cómo están respondiendo las industrias que fabrican alimentos a las modificaciones culturales?

 

Los primeros síntomas sociales 

 

La nueva Ley de Etiquetado Frontal, en principio, va más allá de los sellos octogonales. Hay cambios reales que ya marcan la diferencia. Uno de ellos es la prohibición de incluir cualquier tipo de elemento promocional (juguetes, tickets, premios, etc.) en los envases que tengan por lo menos un rótulo. Para esos casos, además, rige la inhabilitación de comercialización en establecimientos educativos.

 

El espíritu de la ley es incorporar una serie de medidas integrales para mejorar el consumo y, por tanto, la salud. Por eso, la normativa apunta directo hacia las infancias, pero ¿Qué sucede con la población adulta y las nuevas formas de recibir la información sobre los alimentos? Estos son algunos de los datos que arrojan los últimos relevamientos

 

  • 3 de cada 10 argentinos no conoce el contenido de la Ley de Etiquetado Frontal
  • A pesar de la falta de conocimiento masivo, 9 de cada 10 consultados celebra la nueva legislación y considera que obtendrán mejoras en la alimentación
  • Las más atentas a los nuevos rótulos son las mujeres de más de 30 años de niveles socioeconómicos medios y altos. Este grupo social es el más predispuesto a abandonar marcas habituales a causa de los sellos. 
  • Categorías como panificados, galletitas dulces y lácteos rotulados ya marcan caídas en el consumo de entre el 10 y el 20%
  • La proyección de reducción de consumo de bebidas con exceso de azúcar es el 25% en el corto plazo. 

 

Con solo dos meses de vigencia de la nueva ley, los especialistas en salud pública ya anticipan buenos augurios para la situación sanitaria. Se estima que, a mediano y largo plazo, se desplomarán los índices de sobrepeso, de diabetes y de enfermedades cardiovasculares. También se reducirán los cuadros de cáncer renal y otras patologías gastroenterológicas. 

 

En concreto, sobre enfermedades cardiológicas, expertos indicaron de forma reciente que las nuevas etiquetas contribuyen al control periódico de la tensión arterial. De este modo, se evitan crisis de hipertensión, un cuadro que aqueja a 1 de cada 3 argentinos/as, por consumos de comidas y bebidas contraindicados. 

 

 

Un futuro libre de sellos

 

La Ley de Etiquetado Frontal es un cambio normativo, pero, en el fondo, persigue objetivos a largo plazo más allá del aquí y ahora. Esto significa que, en un mundo ideal, los sellos no existirían ya que los alimentos se fabricarían en concordancia con la prevención de enfermedades. Si bien el presente aún está muy lejos de esta expectativa, existen señales esperanzadoras. 

 

Pasada la etapa de controversia, Argentina comenzó un período de transición similar al que hubo en otros países que aplicaron el sistema de sellos hace años. En primer término, muchas empresas se apegaron a la posibilidad de solicitar prórrogas. Eso les posibilitó reformular sus recetas y, cumplido el lapso, presentarse en el mercado con versiones sin sellos o, tal vez, con menos cantidad que antes. 

 

La consecuencia de estas adecuaciones está a la vista en las acciones de marketing que exhibe la industria alimenticia para anunciar su adaptación. Algunos claros ejemplos son los anuncios publicitarios que comenzaron a circular en radio, televisión y sitios web para promocionar “nuevas recetas” y “libres de sellos”.

 

Con un proyecto de educación alimentaria integral que incluye nuevas condiciones para el consumo, también hay nuevas reglas de comercialización. Mientras tanto, se verifican positivas en el día a día. Nichos desde siempre relegados como pacientes diabéticos, celíacos e hipertensos cuentan con la información de impacto para su salud al alcance de la mano. 

 

El nuevo escenario ubica a los consumidores en otro rol y, ante las transformaciones, las marcas se mueven. En este contexto, ofrecer productos saludables sin rótulos ni alertas para la salud constituye una nueva herramienta de venta. Momento histórico en el que cambian las reglas del juego y mejora la salud.  



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