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Errepar18/07/2023
Milagros Perciavalle y Julio Chiappini comentan los perjuicios que trae a las empresas esta irregularidad en cuanto al control de asistencias de sus trabajadores
Médica (UBA) y Doctor en derecho (UNR)
Es la de pedirle a un médico amigo alguna receta o certificado. Sea para conseguir unos remedios para una enfermedad que nos hemos autodiagnosticado, para justificar faltas de los párvulos en la benemérita escuela o de nosotros mismos en nuestros provechosos empleos, o para cualquier otro loable fin. Y el doctor nos hace la gauchada, sin que le conste lo que le narramos o directamente a sabiendas de que es falso.
Hay médicos estrictos que se niegan terminantemente a esta práctica. Otros que acceden ocasionalmente, especialmente si se trata de recetar pomaditas o algún remedio inocuo. Existen, por fin, otros que hacen de la práctica una especialidad, ejerciendo la medicina como recetólogos.
Los noticiarios dan cuenta de esta clase de prácticas. Por citar algunas de las más recientes, de las últimas semanas, parece que “una médica del Pirovano vendía recetas, aptos físicos y certificados laborales a través del MarketPlace de Facebook”.
En Tucumán, “ofrecían fichas médicas en Facebook por $ 1500 para el ingreso escolar”. Mientras que una empleada pública de la Municipalidad de Funes “presentó un certificado médico para faltar al trabajo y ver a la selección y la despidieron”.
Estas clase de falsedades, además del derecho administrativo y la ética profesional, pueden adquirir relevancia penal.
Con excepción de la estafa y demás defraudaciones, y del falso testimonio, las principales maniobras que implican falsedad o fraude se congregan bajo el título de los delitos contra la fe pública, entendida como la “confianza, creencia fundada en las seguridades o la consideración que algo o alguien inspira. En la fe pública, la confianza, la creencia, no es ya la que un individuo tiene en el otro con el que trata, sino la que cualquier miembro del grupo social tiene en lo que se le entrega o muestra”.
La falsificación de dinero, de sellos, de documentos, los fraudes al comercio y a la industria y el pago con cheques sin fondos son todas acciones bien diversas pero que tienen algo en común: la trampa que socava la confianza general en la “autenticidad o veracidad” de instrumentos esenciales para la vida en sociedad.
El dinero o el cheque como formas de pago, las manifestaciones escritas, el correcto funcionamiento del mercado son fundamentales para la interacción entre las personas, y por eso el Estado les brinda especial protección contra tramoyas que puedan afectarlos. La tramoya entendida como el “engaño infligido con ardides. Manganeta”.
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