Ganancias. Obsolescencia económica de los bienes de uso

Errepar18/11/2022

Richard Amaro Gómez analiza la obsolescencia económica y su impacto en el impuesto a las ganancias

ANTE LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA MUNDIAL

Ante un mundo globalizado en constante avance, la revolución tecnológica está produciendo grandes impactos en la manera de hacer los negocios y estructurarlos, con un gran impacto en los denominados “bienes de uso” (para la contabilidad) o “bienes de capital” (para la economía). En este marco, el objeto de la presente colaboración es analizar la obsolescencia económica y su impacto en el impuesto a las ganancias, haciendo una breve introducción para el mejor entendimiento del tema.

 

INTRODUCCIÓN. UN MUNDO EN CONSTANTE AVANCE

La obsolescencia se puede definir como la desvalorización de los bienes (ya sea bienes de uso o de cambio) producida por factores exógenos o externos a la compañía. Ello sucede, por ejemplo, en los bienes de alta tecnología que, debido al gran avance de la ciencia, produce en los mismos una desvalorización constante, ya que día a día tenemos más y mejores funcionalidades en los nuevos bienes.

En los últimos años los negocios han experimentado los grandes impactos de la denominada revolución tecnológica, que ha conllevado a la transformación de la manera en que se realizan los negocios, así como también la manera en que los negocios se pueden estructurar y reestructurar a fin de brindar un servicio, o un bien con alto valor agregado para la sociedad. Y esta revolución está adquiriendo más y más velocidad con el avance en el campo de la ciencia.

La consecuencia, como es obvia, es que el ciclo de utilización de los denominados bienes de uso (para la contabilidad) o bienes de capital (para la economía) se ha acortado, dado que pierden rápidamente su valor, tratándose no de un desgaste físico sino de un desgaste económico. Los bienes de uso que ayer nos permitían elaborar un producto en cantidad y calidad para la sociedad, hoy esa misma sociedad demanda más funcionalidades y calidades en nuestro producto que no es posible fabricar con los bienes de capital que hoy poseemos. Por lo tanto, hemos experimentado una desvalorización no por el uso físico de los mismos, sino un degaste económico por el avance de la tecnología.

Un ejemplo claro lo podemos ver con la evolución del transporte público de larga distancia. Hace algunos años era común ver en las terminales de todo el país los micros de un piso para todos los destinos posibles. Sin embargo, la tecnología avanzó y estos fueron reemplazados por los micros de dos pisos que permiten una mayor capacidad de servicio y calidad en el mismo, por lo que muchos de los micros de un piso para un mercado en movimiento y cambio experimentaron la obsolescencia económica.

Ahora bien, en lo que respecta a los bienes de uso, y como todos bien sabemos, también se produce una desvalorización constante por causas físicas (factores intrínsecos o internos).

No obstante, la desvalorización producida por el avance de la ciencia que mejora la tecnología haciendo que los antiguos bienes de uso valgan cada vez menos, ya que su capacidad productiva en cantidad y calidad es inferior a la de los nuevos bienes, como ya hemos mencionado, suele ser mucho más agresiva e imprevisible.

Este fenómeno produce que en ciertas ocasiones las empresas reconozcan en sus estados contables resultado por obsolescencias (pérdidas). En el caso de los bienes de uso, este reconocimiento puede estar dado a través de dos mecanismos:

    a) Una mayor amortización, dado que el plazo de vida útil es mucho más reducido. Y cuando nos referimos a vida útil, hablamos de vida útil económica y no física.

    b) Un cargo directo a resultado, pero ya no a través de la amortización, sino por medio del reconocimiento de lo que sería un resultado por tenencia.

Si bien podríamos pensar que la revolución tecnológica impacta más bien en los negocios de alta tecnología, como lo son el de los celulares y computadores, lo cierto es que a todo negocio en el mundo globalizado en que vivimos tocará la hora de la prueba: innovar sus productos ante una competencia creciente con tecnologías mejores a la mano del hombre.

En este contexto, la pregunta es: ¿qué sucede con la obsolescencia en el marco del impuesto a las ganancias?; ¿hay un reconocimiento de la misma?

 

 

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