¡No se han encontrado coincidencias!
¡No se han encontrado coincidencias!
Esta funcionalidad no se encuentra disponible para su nivel de usuario. Suscribase para obtener mayores beneficios.
Imprimir
Compartir
En Linkedin
En Facebook
En Twitter
En Telegram
Por email
Por Whatsapp
Obtener link
Errepar14/09/2023
Julio Chiappini analiza esta práctica en sus diferentes formas y el acceso a las divisas internacionales reguladas por el Estado argentino.
Abogado. Exfiscal de Estado de la Provincia de Santa Fe
En nuestro superficial artículo “El dólar, ¿es nuestro becerro de oro?”, publicado en esta benemérita revista en el ejemplar de abril/2023, sugeríamos que los argentinos “vivíamos” en pesos y, en general, ahorrábamos en dólares. No es mi caso, pues siempre me llevé muy mal con la economía. Y ni hablar con la propia. Uno sobrevive galgueando y, si es que llega a fin de mes, lo hace como esos náufragos agotados que arriban por fin a una playa desierta. A la manera de Robinson Crusoe. Pero eso sin perjuicio de la quizás más bella línea de Virgilio: “Somos náufragos en un vasto abismo”. Rari nantes in gurgite vasto.
Con todo, dejemos atrás la tan latosa costumbre de hablar en primera persona; me temo que harto común en los casi octogenarios como uno.
En efecto, el billete físico, que en realidad es el único dólar, los otros diecisiete que inventó el gobierno son dibujos animados, suele denominarse paralelo, negro o blue. “Negro”, sea un color o la ausencia de color, insinúa incluso delito o al menos informalidad. Parejamente, las frases “mercado negro” o “empleados en negro”. O “magia negra”. Y “negro destino”. También se dice, con palabras descabelladas, “dólar ilegal”. Otra grandísima pamplinada. Y no quise escribir imbecilidad por circunspección.
Y entonces, ¿cómo hacen los que quieren agenciarse de dólares moneda de papel, papel moneda o billetes? Se supone que, por ejemplo, los exportadores los embuchan. Sin embargo, no. El Estado los esquilma dándoles más o menos la mitad del valor de la divisa real en relación a lo que han vendido. Y si es que antes no pellizcó también una coima para, graciosamente, conceder un permiso para exportar. O para importar mercaderías o insumos, la otra cara de la moneda.
Pueden legalmente comprarse, y si es que la AFIP lo permite, creo que hasta USD 200 por mes. Como sea y como principio, el Estado carece de la obligación de vender dólares. De modo que las compras masivas se conciertan en cuevas o con arbolitos, o bien adquiriéndolos a un conocido que vende sufriendo cierto trauma, pues “este mes me llegaron unos gastos centrales espantosos y además...”.
Naturalmente que hay otras maneras de embolsar dólares. Simplemente ejemplificamos con las prácticas más consabidas. No mencionamos otras modalidades por ser ahora innecesarias e incluso innumerables; e incluso... por invencible pudor.
Además:
Si te suscribiste, clickeá acá para seguir leyendo
Si no te suscribiste aún, hace click aquí y mira lo que tenemos para vos
También te puede interesar: