¿Es el ahorro una virtud social?

Errepar14/09/2023

Julio Chiappini analiza esta práctica en sus diferentes formas y el acceso a las divisas internacionales reguladas por el Estado argentino.

I - Muy modestos precedentes propios

En nuestro superficial artículo “El dólar, ¿es nuestro becerro de oro?”, publicado en esta benemérita revista en el ejemplar de abril/2023, sugeríamos que los argentinos “vivíamos” en pesos y, en general, ahorrábamos en dólares. No es mi caso, pues siempre me llevé muy mal con la economía. Y ni hablar con la propia. Uno sobrevive galgueando y, si es que llega a fin de mes, lo hace como esos náufragos agotados que arriban por fin a una playa desierta. A la manera de Robinson Crusoe. Pero eso sin perjuicio de la quizás más bella línea de Virgilio: “Somos náufragos en un vasto abismo”. Rari nantes in gurgite vasto.

Con todo, dejemos atrás la tan latosa costumbre de hablar en primera persona; me temo que harto común en los casi octogenarios como uno.

II - El dólar abominado

En efecto, el billete físico, que en realidad es el único dólar, los otros diecisiete que inventó el gobierno son dibujos animados, suele denominarse paralelonegro o blue. “Negro”, sea un color o la ausencia de color, insinúa incluso delito o al menos informalidad. Parejamente, las frases “mercado negro” o “empleados en negro”. O “magia negra”. Y “negro destino”. También se dice, con palabras descabelladas, “dólar ilegal”. Otra grandísima pamplinada. Y no quise escribir imbecilidad por circunspección.

Y entonces, ¿cómo hacen los que quieren agenciarse de dólares moneda de papel, papel moneda o billetes? Se supone que, por ejemplo, los exportadores los embuchan. Sin embargo, no. El Estado los esquilma dándoles más o menos la mitad del valor de la divisa real en relación a lo que han vendido. Y si es que antes no pellizcó también una coima para, graciosamente, conceder un permiso para exportar. O para importar mercaderías o insumos, la otra cara de la moneda.

Pueden legalmente comprarse, y si es que la AFIP lo permite, creo que hasta USD 200 por mes. Como sea y como principio, el Estado carece de la obligación de vender dólares. De modo que las compras masivas se conciertan en cuevas o con arbolitos, o bien adquiriéndolos a un conocido que vende sufriendo cierto trauma, pues “este mes me llegaron unos gastos centrales espantosos y además...”.

Naturalmente que hay otras maneras de embolsar dólares. Simplemente ejemplificamos con las prácticas más consabidas. No mencionamos otras modalidades por ser ahora innecesarias e incluso innumerables; e incluso... por invencible pudor.

Además:

  • III - Lo prometido en el título

  • IV - Excurso: otras maneras de ahorrar 

 

Este artículo forma parte de la publicación "Temas de Derecho Comercial Empresarial y del Consumidor", exclusivo para suscriptores de Erreius


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