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Erreius09/08/2023
Rosana Laureyro revisa por qué el tema ocupa un lugar en la agenda de las organizaciones
Coach Ejecutiva, Mentora en Desarrollo Profesional, Contadora Pública
¿Qué pasa con las posibilidades de empleabilidad a medida que tenemos mayor edad?
Según un informe de Bumeran, plataforma tecnológica aplicada al reclutamiento de personal, titulado “¿Cómo funciona la selección del talento hoy?” en el último año las áreas de recursos humanos reconocieron que:
-68% de empresas no contrataron a personas mayores de 55 años.
-55% de encuestados reconoció que la edad es una variable de peso a la hora de contratar.
¿Por qué? Algunas explicaciones se encuentran en nuestros pensamientos: en los estereotipos y sesgos asociados a la edad: creemos que puede ser sinónimo de poca adaptabilidad al equipo y los cambios, que no se estará al tanto de la actualización tecnológica, y que éstas características son patrimonio exclusivo de quienes están en sus 20 – 30 años.
Lo que pienso hace que ejecute ciertas acciones: como job postings para cierto rango de edad; o descartar a alguien por su fecha de nacimiento.
Todos nos formamos opiniones. Pero lo importante es cuestionarlas, si son verdaderas, o quedaron obsoletas en función a la imagen que nos hicimos y la historia que nos contamos.
Y aquí es donde las empresas se están dando cuenta que puede existir otra lectura y mirar los aportes de contar con colaboradores de mayor edad: como la variedad y capitalización de experiencias, el compromiso, el entendimiento de que hay cuestiones que requieren de un proceso (y no es “ya”) e incluso conocimientos que pueden ser superiores.
Sumado a una lectura del contexto que nos muestra una nueva realidad, y esas creencias necesitan transformarse: mayor longevidad, un envejecimiento activo, economía silver (dedicada a las personas mayores en nuestras sociedad), los aportes positivos de la diversidad de ideas para fomentar la creatividad y la resolución de problemas, e incluso una pirámide laboral que se está revirtiendo.
Sí, es lo que muestran los números hoy día. Pero, a su vez, y como parte de ese cambio, cada vez más podemos ver empresas con programas para incluir +55 entre sus colaboradores, e incluso un proyecto de ley en Diputados contra todas las formas de discriminación por edad.
Como ejemplo mencionamos que existe en la Provincia de Chaco, la ley 3441-C, de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Discriminación en Razón de la Edad, cuya protección comprende a toda persona a partir de los 45 años de edad.
La ley señala que se entiende por edadismo a cualquier distinción, exclusión o restricción basada en las edades mencionadas, que tenga como objetivo o efecto anular o restringir el reconocimiento, goce o ejercicio en igualdad de condiciones de los derechos humanos y libertades fundamentales en la esfera política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública y privada.
El edadismo se basa en la consideración del paso del tiempo como un desvalor y en la exaltación de la juventud como sinónimo de belleza, éxito y productividad.
Por su parte, la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas y el Fondo de Población de las Naciones Unidas recogen esta problemática en el informe “El edadismo es un problema mundial” del mes de marzo de 2021, resaltando que se trata de un asunto de preocupación para muchas sociedades.
A su vez, señalan en dicho informe que el edadismo y la discriminación por edad ganaron aún más prevalencia durante la pandemia de COVID-19, con especial impacto sobre la estigmatización de las personas mayores, las que fueron identificadas como un grupo particularmente en riesgo.
Recordemos que la discriminación por edad –así como todo tipo de discriminación- está alcanzada en nuestro país por lo dispuesto en la Ley Nº 23.592 de prevención y sanción de Actos Discriminatorios.
Tema complejo, que se ganó un lugar en la agenda de las organizaciones.
Y desde cada uno de nosotros, acompañar éste cambio de paradigma. Actualizarnos. ¿Reinventarnos? Adaptar nuestro chip mental a nuevas formas de llevar a cabo ciertas tareas,, aprender. Amigarnos con otras formas de trabajo.
¿La edad como limitante? Invitación a sumarnos a éstos cambios de pensamientos donde la respuesta sea un “no”, y en cambio, un “sí” a nuevas oportunidades.