¡No se han encontrado coincidencias!
¡No se han encontrado coincidencias!
Esta funcionalidad no se encuentra disponible para su nivel de usuario. Suscribase para obtener mayores beneficios.
Imprimir
Compartir
En Linkedin
En Facebook
En Twitter
En Telegram
Por email
Por Whatsapp
Obtener link
Errepar01/02/2023
Rosana Laureyro hoy nos muestra cómo desde lo que hacemos, “hablamos” mucho
Coach Ejecutiva, Mentora en Desarrollo Profesional, Contadora Pública
¿Tomamos real consciencia del poder de nuestras palabras? ¿Y de lo que “contamos” en nuestras acciones?
"Éste informe es urgente: en 2 horas enviamelo” (te pide tu jefe, apurándote, y vos le fuiste avisando los problemas con que te encontrabas y no te escuchó)... y, a su vez, esa reunión que le pediste hace 2 semanas, apuro, para él no tenía.
"Las reuniones son de máximo 1 hora" (es lo que lees como buenas prácticas).. pero parece que algo sucede, porque en lo real, con 1 hora no se logra avanzar del primer punto de la agenda.
"Tenemos que estar actualizados”…pero en el día a día, las horas no nos alcanzan para terminar con nuestras tareas habituales, menos, para poder capacitarnos.
Desde el coaching, se sostiene que las palabras generan realidades: sí, eso está muy bien. Son el primer paso para pasar de las ideas al plano concreto. Sin embargo... tienen que estar acompañadas por las acciones.
En aquello que hacemos, que mostramos a través de nuestros actos es cuando se confirma si es verdad todo lo que se dijo.
En las acciones es donde se demuestra el convencimiento y el compromiso de ir por esa línea de actuación.
En lo que hacemos, es donde hacemos visible ante otros cuánto nos importa ser de una manera, y no de otra.
¿Qué nos pasa cuando alguien dice algo, pero actúa en sentido contrario? ¿Confiamos? ¿Le creemos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo vamos a responder ante eso?
Muchas veces pensamos que un mensaje es suficiente. Que porque está escrito se va a realizar. Que con un curso alcanza. Que por decirlo desde una posición de poder es sinónimo de que se ejecutará.
La realidad, muestra que hay que ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, para de verdad, generar los cambios que queremos ver: en nosotros, y luego en los otros.